Sunday, September 13, 2009

Argumentos portátiles (1)

Muchos creyentes, al ser presionados acerca de su fe y su fundamentación, trminan por apelar a alguna anécdota. A una experiencia personal que les dejó muy clara la existencia de Dios, pues pudieron "sentir su presencia". Contra este tipo de salida, hay un argumento básico:

  1. Si Dios existiera, sería inmaterial.
  2. Nada inmaterial puede ser sentido (ni oído, ni visto, ni sentido, ni olido, ni probado).
  3. Por lo tanto, si Dios existiera, no podría ser sentido.

Esto hace que todos aquellos que dicen haber tenido una experiencia mística, en la que sintieron "algo" o peor, a "alguien", tengan un problema. Si fue Dios, entonces es material, lo cual pone en riesgo la simplicidad divina (pues la materia es divisible, está en un lugar, etc.). Si no fue Dios y nadie más vio o sintió lo que nosotros sentimos, o estamos locos, o estamos sobreinterpretando alguna experiencia explicable por medios más modestos.
Esto no significa que la experiencia no haya ocurrido. Seguro que sí. Es probable incluso que haya sido algo importante para nosotros y que haya cambiado nuestra vida. Sin embargo, de ahí a interpretar que fue un llamado divino hay mucha diferencia.
Agustín de Hipona (padre de la Iglesia católica) comenta en sus Confesiones (VIII, 12, 29) que al oír decir "tolle, lege" (toma, lee), a una voz infantil, lo tomó como una comunicación divina y leyó un pasaje de la carta a los Romanos de Pablo.
Según nuestro argumento, Agustín no tenía ninguna justificación para pensar que tal comunicación provenía de Dios. Pudo haber sido un niño, una voz en su cabeza, etc. Tampoco pudo haber sido ni un ángel, ni un apóstol, ni la virgen María, pues todos esos personajes también, si existieran, serían inmateriales. De esta forma, la única conclusión posible es que Agustín basó su fe en un argumento equivocado, en asumir algo que no se seguía.